lunes, 13 de noviembre de 2017

Las viviendas musulmanas

El primer rasgo es la estanqueidad de la casa a la calle, acentuado con el recodo que, como mínimo, separó la puerta de la primera estancia vividera. El núcleo de la casa era el patio, cuadrado o rectangular, pero siempre pequeño, en el que solía existir un pozo; sus galerías, que daban entrada a otras tantas salas y a la cocina, despensa, y tal vez, a una escalera, siempre muy pina y estrecha. El tercer rasgo consistía en la radical separación entre los hombres y las mujeres, que ocupaban partes distintas de la casa: los primeros usaban la zona representativa próxima a la entrada, mientras ellas vivían en la parte trasera o en los altos (que denomina harén, de haram, en el sentido de sagrado o prohibido). La cuarta es la casi total ausencia de muebles, reducidos a alacenas, esteras, cojines, arcas y tarimas con colchones para ser usadas como camas, por lo que la misma habitación sirvió para la vida diurna y para dormir, pues bastaba con correr unas cortinas, las que separaban las tarimas del resto de la sala.


Los ejemplos más viejos que se conocen son los de
Samarra, cuya organización resumimos siguiendo a Herzfeld: una entrada cubierta conducía desde la calle o callejón a un espacioso patio cuadrado, en cuyo fondo se sitúa la pieza principal, en forma de T invertida, con otras salas en los rincones; cuando esta ordenación se repite, debe pensarse en zonas de invierno y verano, en muchas casas había patios menores, baños y pozos, e incluso alguna habitación para hacer el café y un sirdab; eran por lo general extensas, ya que sus varias decenas de habitaciones se desarrollaban en una sola planta. Los techos eran planos y los huecos adintelados, poseyendo la mayoría de las habitaciones un zócalo y el enmarque de ventanas y tacas decoradas con aplacados de yeso. Las ventanas iban acristaladas con grandes lentes de vidrio coloreado.
El patio siguió la tradición de
Madinat al-Zahra, con un rehundido cuadrado o rectangular en el centro que, por ser terrizo, debía estar sembrado. Si la casa era grande puede que el patio tuviese una galería cuyos andenes abrían cuatro tandas de habitaciones de las que la principal era un salón largo, en cuyos extremos existían alcobas, es decir, zonas para instalar las tarimas de las camas; en las casas mayores podía existir un salón para verano y otro para invierno.


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